Noticias

Artículos

Podcast

Post Page Advertisement [Top]


"Repugnantes". Así definía Manuel Vázquez (1930-1995) a sus personajes en una entrevista concedida al por entonces fanzine Amaniaco en 1993. El mítico dibujante no se cortaba a la hora de renegar de creaciones suyas como Don Polillo, al que calificaba de "tonto" o a las Hermanas Gilda, a las que describía como "gilipollas". Para Vázquez eran personajes "falsos completamente", masacrados "por la censura propia, la censura gubernamental y la censura de la censura" con los que "no se podía hacer nada". Sólo hacía una excepción: para él mismo, el Tío Vázquez, habitual en sus historias, y Anacleto. Y a su manera, no falló. Ambas figuras han sido trasladas al cine en las últimas fechas. Santiago Segura dio vida al tío en El Gran Vázquez (Óscar Aibar, 2015) y el próximo viernes llega a las pantallas españolas Anacleto: agente secreto, dirigida por Javier Ruiz Caldera y protagonizada por Imanol Arias, Quim Gutiérrez y Carlos Areces, que reinterpreta la figura de Vázquez, en este caso en su versión de villano de las viñetas y archienemigo del superespía.

¿Propiciará la película un renacer de la denominada Escuela Bruguera? El término fue acuñado por Terenci Moix en Los cómics, arte para el consumo y formas pop, libro de culto que se adelantó a Umberto Eco a la hora de estudiar de forma académica el por entonces denostado medio. En él, Moix utilizaba la expresión para englobar al conjunto de autores españoles que se dedicaron al tebeo de humor en el seno de Bruguera, la editorial barcelonesa que desde la posguerra hasta su disolución, en 1986, controló el mercado de la historieta en España.

Tras su bancarrota, su fondo editorial fue adquirido por el Grupo Z, que la transformó en Ediciones B. Nunca más se supo de Bruguera salvo por su antigua filial mexicana, que sigue editando y produciendo los títulos de western, y un breve renacer en 2006 como pequeño sello editorial adscrita a Ediciones B. Duró apenas cuatro años, pero a su directora, Ana María Moix, le dio tiempo a reeditar el demandado libro de su hermano sobre el cómic, esta vez bajo el título Historia social del cómic.

Personajes vivos

Pulgarcito, Can Can, El DDT, Din Dan... Son títulos de colecciones que vendían cifras que ya querrían hoy en día muchas publicaciones y que llegaban a todos los hogares españoles. Ahora, sus nombres caen en el olvido y salvo honrosas excepciones, sólo son recordados por los más viejos de cada casa y no por sus retoños. Pero de sus entrañas salieron personajes que aún logran cosechar un inigualable éxito entre el público infantil, adulto y juvenil. A la cabeza, y de forma incontestable, se encuentra Mortadelo y Filemón. Lo puede comprobar cualquiera que se acerque a una feria del libro o un salón del cómic en el que se encuentre el autor de la famosa pareja de detectives. Da igual que se encuentre el mayor vendedor de best seller: su cola para las firmas no superará a la de Francisco Ibáñez (1936). No por nada, el dibujante es capaz de vender 10.000 ejemplares de su último álbum, El tesorero, en un sólo día. Todo un récord en el mercado patrio, sólo comparable con las distintas adaptaciones a varios medios: muñecos y merchandising de todo tipo, videojuegos, series de dibujos animados, un musical y cine; dos películas dirigidas por Javier Fesser en los últimos 12 años.

Dibujos animados y películas también han disfrutado los gemelos Zipi y Zape, creados por Escobar (1908-1994). Criticado por el tono infantil de sus producción en sus última etapa, su imagen se ha reivindicado gracias a la reedición de su obras previas al Decreto de 24 de junio de 1955 -que censuraba los contenidos de la prensa infantil y juvenil- y a su éxodo junto a los restantes miembros de los cinco grandes de Bruguera (él mismo, Conti, Giner, Cifré y Peñarroya) para fundar una publicación propia en la que trabajar con más libertad. Fue un proyecto fallido pero redimido de forma magistral por Paco Roca en su novela gráfica el Invierno del dibujante.

Completa la trinidad, con el permiso del mencionado Anacleto, Superlópez, el insigne personaje creado por Juan López Fernández, Jan (1939) a principios de los años 70. El castizo héroe sigue apareciendo puntualmente con nuevas historias en las librerías, y prueba de su éxito es la imposibilidad de encontrar alguno de sus ejemplares antiguos, caso de la recopilación de sus aventuras en el Super Humor número 6, imposible de conseguir salvo para bolsillos pudientes. Su adaptación a la gran pantalla ha estado en manos de directores como Álex de la Iglesia, aunque es precisamente el director de Anacleto, Ruiz Caldera, el encargado de un proyecto que podría tener al inevitable Dani Rovira como estrella.

Los caídos en el olvido

Alejados del primer plano, decenas de personajes de Bruguera viven el sueño de los justos, con autores fallecidos o que no tienen intención alguna de recuperar creaciones de un tiempo pasado y no siempre mejor. Hay joyas reivindicables: Sir Tim O'Theo, La Familia Cebolleta, el Repórter Tribulete o Benito Boniato, estudiante de Bachillerato... Junto a una serie de personajes cuyo costumbrismo satírico no es capaz de superar una estructura episódica de marcado humor infantil.

Son personajes que no han encontrado hueco ni en la edición especial de coleccionistas que hizo la editorial RBA hace seis años con el nombre de Clásicos del Humor. Pero lo cierto es que junto a Antoñito Brazofuerte o El Doctor Fetchanseba se encuentran los que ahora serían declarados políticamente incorrectos antes o después de ser masacrados en las redes sociales, como esa familia de gitanos millonarios aficionados al robo y apellidados Churumbel. Fueron obra de, cómo no, el señor Vázquez.

Bottom Ad [Post Page]

| Designed by Colorlib