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Egipto, año 3014, el caos se cierne sobre Egipto. Un grupo de “inadaptados” trata de salvar el mundo de una invasión alienígena. Todo está en manos de este equipo: Fahmy, expolicía; Sahar, experta en tecnología; Ram, científico y ciborg y Naguib, burro inteligente gracias a la modificación genética. Son los superhéroes nacidos de los trazos del dibujante Sherif Adel. El cómic árabe ha experimentado un crecimiento progresivo en los últimos diez años yha adquirido una especial relevancia tras las primaveras. El ilustrador egipcio es una muestra de que los tebeos existen más allá de Occidente. Y vaya que si lo hacen. Una exposición enmarcada en el Hay Festival Segovia reúne una muestra de plumas destacadas en este sector que cada vez con más fuerza florece de Túnez a Jordania, pasando por Egipto o Líbano.

“La demanda y la producción han crecido mucho pero está muy lejos de ser una gran industria. Las editoriales todavía lo ven como un riesgo”, explica vía mail el autor de Pass by tomorrow (Vuelva usted mañana), el cómic que recoge las aventuras de este grupo de salvadores tan variopinto. La exhibición recoge el trabajo de una treintena de artistas tan diferentes entre sí como el propio mundo del que provienen. “No se puede hablar de cómic árabe”, apunta el comisario Pedro Rojo, “hay una variedad brutal de estilos y temas”. Sin embargo, sí se puede trazar un marco general: luchan contra los estereotipos, dan un papel protagonista a la mujer y ofrecen un retrato de la sociedad árabe actual, muchas veces, a pesar de la censura.

Tres jóvenes son las protagonistas de Diario de una chica árabe. Viven las peripecias típicas de unas chicas de su edad, con sus bocadillos de texto defienden, por ejemplo, su libertad de llevar velo o no y también hablan de sexo y de educación. Además pueden viajar en el tiempo. Detrás de este cómic hay un nombre masculino: Ahmad Qatato, un jordano afincado en Italia que no duda en afirmar: “Mis historias hablan sobre feminismo”. Así de simple. “Es inevitable que los árabes se fijen en los pioneros del cómic de Occidente y Japón, pero también tratamos de buscar nuestro estilo y no vivir en la sombra”, asegura por correo electrónico. Los dibujantes se unen en agrupaciones artísticas como Lab619 (Túnez), Samandal (Líbano) y Tok-tok (Egipto).

Aunque la proliferación de novelas gráficas comenzara hace una década, es en los últimos cuatro años cuando más se ha notado su presencia e importancia. Smiri Issam se formó en Bellas Artes en la Universidad de Túnez y acaba de publicar su primer tebeo para adultos, One-third (Un tercio), un trabajo conceptual que habla sobre cuestiones existenciales como la victoria y la derrota. “Los comics han sido una forma de expresión compleja y subversiva para los ilustradores y escritores árabes. Desde las primaveras abordan también tabúes sociales y estereotipos de la región”, explica. Precisamente el ser un sector todavía minoritario les permite pasar más desapercibidos en aquellos países en los que la censura es más férrea. “Pueden romper líneas rojas, como el sexo o la problemática social, porque se salen del mainstream”, explica Rojo. La red también les echa una mano en esto. Issam apunta que su trabajo “todavía es duro desde el punto de vista editorial y de presupuesto, pero estos obstáculos se superan gracias a internet”.

Las mujeres juegan un papel relevante en este auge, tanto como productoras de contenido como protagonistas de las viñetas. Muchos de estos productos muestran a superheroínas, con disfraz o sin él, que luchan contra la misoginia. Joumana Medlej, de Líbano, es la madre de Malaak, un ángel de la paz que debe luchar contra las injusticias y contra las mofas de sus compañeros masculinos. Lena Merhej, también libanesa, constituye una pieza clave en el estallido de la novela gráfica árabe. Sus primeros trabajos relataban la vida de su madre alemana en Líbano. Safia Ouarezki, argelina, narra la historia de una mujer que colecciona paraguas y que se sirve de su supuesta locura para hablar de los tabués que nadie nombra en un humilde barrio de Argel. Shakmagia es una publicación nacida hace algo más de un año en Egipto y se sirve del humor y el sarcasmo para defender los derechos humanos y denunciar los abusos a las mujeres en aquel país.

Viñetas que se leen de derecha a izquierda, burros que salvan al mundo, autores masculinos que reivindican el papel de la mujer en la sociedad. El cómic también vive al sur del Mediterráneo.

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