Noticias

Artículos

Podcast

Post Page Advertisement [Top]


No hay muchos datos acerca de la vida del Bosco (1450-1516), así que reflejar su biografía en forma de viñetas requiere una gran labor de investigación, tanto acerca del propio pintor como de la existencia diaria en una ciudad como Den Bosch (en español, Bolduque) entre los siglos XV y XVI. El autor holandés Marcel Ruijters (1966) dedicó cuatro años a esta labor para sacar adelante «El Bosco», publicado por Rey Naranja Editores. Una lectura muy recomendable para acompañar la exposición que le dedica el Museo el Prado, hasta el 11 de septimbre, por su V centenario.

Así, con retazos, pistas y elementos de sus cuadros, Ruijters reconstruye la historia de uno de los pintores más geniales y desconocidos del mundo del arte. Para ello a veces tiene que recurrir a ciertas dosis de ficción con visos de realidad.

Una de las principales preguntas que se hace Ruijters es de dónde salían esos pequeños monstruos que pueblan, sobre todo, su obra más conocida, «El jardín de las delicias». La respuesta está en lo que se presentaba delante de sus ojos cada día: brutales ejecuciones públicas, mendigos, enfermos de lepra o afectados por lo que se conocía como «fuego de San Antonio» (producido por a la ingesta de un hongo que crecía en el centeno y el trigo, sus afectados solían tener las extremidades deformadas)... Todo ello era habitual por las calles en aquella última etapa de la Baja Edad Media.

Hieronymus van Aken, nombre real del Bosco, procedía de una familia de pintores. Su abuelo se instaló en la ciudad hacia 1427, y tanto sus hijos como sus nietos continuaron sus trabajos en el taller fundado por él. Nuestro protagonista compartía el trabajo con sus dos hermanos varones y, como algo excepcional en la época, con una mujer, Katelijn, casada con el mayor, Goessen. Aunque este último era el maestro pintor, pronto Hieronymus destacaría como el de más talento de la familia.

Aquí es donde arranca la narración, con los cuatro artistas tratando de sobrevivir a base de encargos de instituciones religiosas y gente acomodada, aunque también, en un «flashback», se nos muestra cómo un niño Hieronymus asiste horrorizado al incendio de la ciudad, que realmente ocurrió en 1463, aunque por suerte apenas afectó a la casa de los Van Aken.

Poco a poco los «diablillos» van poblando la imaginación del Bosco, que hace un intento por salir de la su ciudad natal acompañando al maestro de obras Allart Duhameel, quien trabajaba en la construcción de la catedral. El pintor se arrepiente y vuelve enseguida para no volver a intentarlo, pero, debido a su fama, son sus obras las que acaban viajando por todo el mundo.

Marcel Ruijters utiliza para retratar aquella época un dibujo muchas veces grotesco, pero que casa muy bien con el momento histórico en que aparece «El jardín de las delicias». Unos rasgos caricaturescos que también resultaron muy adecuados para su adaptación del «Infierno» de Dante Alighieri, que le valió el título de mejor novela gráfica de los Países Bajos en 2008.

Bottom Ad [Post Page]

| Designed by Colorlib