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El novelista, poeta y periodista argentino Carlos Salem (Buenos Aires, 1959) reside en España desde hace 30 años, donde ha triunfado con sus novelas (traducidas a varios idiomas) y merecedoras de premios nacionales e internacionales (como el Premio de la Semana Negra de Gijón a la primera novela policial). Ahora debuta en el cómic con Que decidan las cerillas (Navona Gráfica) con dibujos del cineasta, guionista y realizador Kike Narcea, que también se estrena en la novela gráfica. Una historia de serie negra en la que Carlos adapta parte de su novela El huevo izquierdo del talento.

“A pesar de que el proceso de reescritura ha sido muy laborioso –confiesa Carlos- también ha sido muy interesante volver a contar la historia de otra manera. Es lo más cercano al cine para contar una historia y añades la visión del dibujante, que aporta muchísimas cosas nuevas. Es como ver tu libro, por primera vez, con los ojos de otro”.

El escritor asegura que ver su novela en viñetas es: “Muy emocionante. Ya tuve un atisbo sobre ello hace unos años cuando se representó mi única obra de teatro publicada, pero esto del cómic ha sido incluso más emocionante porque Kike ha estado cinco años con este libro y ha hecho un trabajo muy personal. Es una pasada”.

“De hecho -añade- ahora quiero hacer una historia directamente para el cómic, hombro con hombro junto a Kike o al artista argentino Iñaki Echeverría… para que sea puro cómic. Aunque este libro también lo es porque he tenido que desmontar la novela entera para rehacerla a modo de cómic. Pero de momento sólo son proyectos”.

Es una adaptación parcial de ‘El huevo izquierdo del talento’
El cómic adapta un fragmento de la novela de Carlos El huevo izquierdo del talento (Ediciones Escalera). La historia de Poe, un poeta sin rima que hace mucho que dejó de escribir y pasa las noches en el bar de una ciudad sin mar, en la que están sucediendo enigmáticas desapariciones. En ese local conviven personajes de los más variopintos cuyas historias van formando una tela de araña en la que nuestro protagonista se quedará atrapado.

“En realidad no elegí yo este libro sino Kike –nos comenta Carlos-. Le gustó mucho y me lo propuso. Era complicado adaptarlo, porque casi toda la acción transcurre en un bar, pero hicimos una completa reconstrucción de la historia. Y estoy tan contento que me he planteado adaptar otras de mis obras con otros dibujantes”.

En cuanto a la estructura de la novela (de muchas historias cruzadas y con saltos espaciotemporales), Carlos nos comenta que: “Me gusta esa forma de narrar. Que también he usado en mi última novela, Un violín con las venas cortadas (Navona), en la que tengo cuarenta personajes. Me gusta gustan mucho esas historias corales donde en un momento dado una ciudad habla a través de los ojos de varias personas sobre lo que sucede en un mismo momento. En una novela hay que hacer malabarismos con tantas naranjas que da igual si se te caen la mayoría. Con que te queden cuatro o cinco ya lo has conseguido. Afortunadamente, creo que aquí no se nos han caído muchas”.

“El azar lo provocamos nosotros mismos”

En muchas novelas negras parece que los protagonistas no pueden escapar a su destino, al azar. Pero no en las de Carlos Salem: “Yo creo que el azar lo provocamos nosotros mismos. Hay imponderables pero hay una parte de lo que llamamos mala suerte de la que nosotros tenemos la culpa. Como es el caso de Poe, al que llaman así porque es medio poeta y medio cabronazo, no porque tenga nada que ver con Edgar Allan Poe. Lleva encima un malditismo que se ha creado él mismo y con el que se siente cómodo”.

“Poe no quiere sentir pero siente, no quiere pensar pero piensa, no quiere actuar pero actua -afirma Carlos-. Es un antihéroe total. Y un tío muy inteligente que debería darse cuenta de las cosas mucho antes. Si no lo hace es porque está embrutecido con la noche, con el alcohol y con su propia historia”.

Las cerillas que dan título a la novela y que el protagonista lanza cada vez que tiene que tomar una decisión complicada son un elemento autobiográfico: “Hubo una época en la que salía mucho por las noches y bebía mucho. Y durante algún tiempo lanzaba las cerillas para tomar decisiones, porque estaba cansado de equivocarme. Pero enseguida me di cuenta de que me equivocaba igual. Así que dejé de hacerlo. Por lo menos me equivocaba yo y no las cerillas”.

Poe ha protagonizado tres novelas de Carlos. “La última historia que publiqué sobre Poe fue hace dos años, En el cielo no hay cervezas (Navona), que es una historia que transcurre quince años después de esta. Poe se ha afeitado la perilla, se parece más a mí (ahora), y aunque es un personaje que avanza poco, a medida que va creciendo en edad va asumiendo que le importan más los demás de lo que quiere reconocer”.

“En Poe hay mucho de autobiográfico pero nunca lo confesaré porque yo no soy tan salvaje como él y porque hay delitos que todavía no han preescrito” –concluye Carlos Salem-.

Los otros personajes
El local donde Poe ahoga sus penas en alcohol es el Bar de Lola, donde conviven una serie de personajes inolvidables, empezando por la propia Lola, de la que Poe está enamorado: “No se confiesan ese amor mutuo porque Poe piensa: “Como me gusta Lola lo mejor que puedo hacer por ella es no acercarme. Se pasan la vida como dos navajeros, siempre alerta para atacarse, pero nunca se atacan porque si lo hacen se van a herir de verdad”.

“No es una tensión sexual no resuelta de manual para darle interés a la novela -asegura Carlos-. Salió así y también está basado en una situación autobiográfica. Un amor fugaz lo olvidas o dejas que lo matice el tiempo; pero algo que no dejas que ocurra, sabiendo los dos que podía ocurrir, es lo más valiente y lo más cobarde que puedes hacer; y no lo olvidas nunca”.

Entre los otros fantásticos personajes de la novela, Carlos destacaría a: “El Gato, un policía que investiga las desapariciones y que, a su extraña manera, puede ser el único amigo de Poe. El gato sospecha que Poe podría ser responsable de esas desapariciones, lo que, al mismo tiempo, sería un alivio pero también un palo muy fuerte”.

“También –continúa- me gusta mucho el personaje del flautista que toca en el bar. Está basado en un tipo que conocí que tocaba en un bar en el que le dejaban dormir. Tocaba como un borrachín, peo cuando se cerraba el bar se encerraba en el baño y entonces sonaba como los ángeles. Quizá estábamos es que a esas horas ya estábamos borrachos”

“Eso demuestra que, al final, la ficción supera a la realidad. Porque en la realidad casi nunca conoces la historia completa de nadie y mucho menos su final; pero en la ficción casi siempre tienes los datos que necesitas para entender a los personajes y sabes cómo acaban La ficción tiene una lógica que no tiene la realidad”.

Poesía y novela negra
Carlos Salem es escritor de novelas pero también de poesía, lo que no parece tener mucha relación: “En realidad tiene mucho que ver –afirma- Yo creo que una novela que no tenga poesía, que no tenga lirismo, es un ensayo. Aunque sea una novela seca como podría escribir Hemingway, hasta ahí una poética interna en la manera de expresarse, en los silencios”.

“Por eso Manuel Vázquez Montalbán, al que considero el mejor escritor de novela negra en español, también era poeta. Carlos Zanón también combina las dos cosas. E incluso Raymond Chandler (El sueño eterno) también fue poeta, auqnue no tuviera mucho éxito. Yo creo que es como decir que ser periodista es malo para escribir una novela. Quien dice eso es que no ha escrito una novela en su vida”.

Kike Narcea: Un gran dibujante
Destacar los dibujos de Kike Narcea, que comenzó en el cine realizando los storyboards de películas como Gente Pez (2002) y ha rodado numerosos cortos e incluso un largometraje, El Tiempo de Plácido Meana (2013).

“En realidad no hay tanta diferencia entre el lenguaje de las novelas y el de los cómics -asegura Carlos-. Lo único es que hay menos palabras porque el dibujante te evita las descripciones. Y Kike ha captado a la perfección el ambiente de la novela. Incluso al principio metimos mucho texto mío en el cómic pero al final terminamos quitándolo porque había cosas que podían narrarse perfectamente con las imágenes”.

En cuanto al arte de Kike Narcea, Carlos lo define así: “Es un blanco y negro muy rotundo que describe muy bien el ambiente de la novela. De hecho con los dibujos de Kike se dice mucho más de lo que yo habría podido expresar con palabras. Hay un juego muy expresionista en el dibujo (por ejemplo, en cómo se baja una persiana o se apaga una lámpara), que es ideal para una historia negra como esta”.

“Y además –añade- Kike es capaz de cambiar de estilo para adaptarse al argumento. De hecho, en este cómic, dependiendo de quién sea el personaje que cuente su historia, Kike lo dibuja con un estilo más europeo o más manga. Porque imagina cada historia con un tipo distinto de dibujo. Y eso es un trabajazo, porque tiene una forma de trabajar muy artesanal”.

Ya prepara otra novela gráfica
Carlos nos comenta que: “El concepto de la novela gráfica siempre me interesó y de joven participé en varias cosas que tuvieron distinta suerte. Luego lo fui dejando pero los cómics siempre estaban presentes en mi vida. Pero después de este, ya tengo el mono y, de hecho, ya estoy preparando otra novela gráfica con un dibujante argentino, Iñaki Echeverría, para el año que viene. Serán cinco historias que conformarán un libro más voluminoso. Creo que ya no voy a poder parar”.

“Además, en junio publicaré un poemario y en noviembre un nuevo volumen de una serie infantil con la que estoy muy contento, Minerva Watson (Edebé), protagonizada por una chica de 13 años, que es la única serie que tengo. Para mí es más difícil escribir para niños porque, aunque tengo la misma libertad creativa, la responsabilidad es mucho mayor”.

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